Como conclusiones, los estereotipos son ideas que se obtienen acerca de lo que algo o alguien debería de ser o hacer por el hecho de serlo y que se pasa de generación en generación a través de los años y del núcleo familiar. En el caso específico de los estereotipos de género, son los comportamientos básicos que se les atribuyen a los hombres y mujeres por el hecho de tener ese género.
Los estereotipos género son propagados a través de los tiempos y de las personas porque nosotros mismos somos quienes los utilizamos y promovemos por tenerlos integrados en nuestras formas de vida.
Si bien parecen no afectar mucho a la sociedad, efectivamente sí lo hacen, porque desde pequeños nos enseñaron que hay ciertos códigos de colores que le pertenecen a tal o cual rol, como el rosa a las niñas y el azul a los niños.
En etapas adultas, los estereotipos se hacen presentes en costos y productos comerciales que delimitan lo que podemos o no comprar. Incluso se ve reflejado en el ámbito laboral porque por antonomasia se les otorgan puestos de mayor rango a los hombres mientras que las mujeres no suelen aspirar a altos cargos.
Poner etiquetas es necesario para la sociedad porque nos ayuda a comprender los diversos comportamientos de las personas, pero delimitar y obligarnos a entrar en esas etiquetas es contraproducente y evita el sano desenvolvimiento de muchas personas que no entrarían a la perfección en esos moldes.
Como algo que queremos que se queden los lectores es que no encasillemos a las personas en lo que deberían de ser, sino que aceptemos la diversidad de todos.
Cada cabeza es un mundo, y el poner estereotipos de comportamiento nos limita en lugar de dejarnos vivir plenamente.
"Destroza los estereotipos, no lo juguetes".
No hay comentarios.:
Publicar un comentario